Mi historia

Nací en Moscú. Desde pequeña escuchaba los cuento de mi padre de su ciudad natal San Sebastián. Llegaron a Moscú en un barco, él tenía 10 años y su hermano pequeño 8. Con la intención de salvarlos de  la Guerra Civil mi abuelo mandó a sus dos hijos a Rusia, convencido que allí podrían tener una vida mejor. Pero... la realidad ha sido distinta. Huyendo de una guerra  se encontraron con otras dos: el conflicto ruso-finlandés del 1940 y la guerra con los alemanes del 1941-1945. Separado de su hermano, mi padre presentó el bloqueo de Leningrado, viajó por toda Volga río abajo y volvió a Moscú. Años después se encontró con mi madre. La vida de mi madre no ha sido menos aventurada. Como los alemanes se acercaban a la capital, mi abuela decide mandar a su hija con un autobús al sur de Rusia. Unos momentos antes de partir, llegó mi abuelo y la sacó del autobús. Diciendo que tienen que permanecer todos juntos y no separarse. Esto le salvo la vida a mi madre. El transporte se explotó en una amina y fallecieron todos.
Estos relatos de la vida de mis padres me despertaban curiosidad  a conocer mejor  la historia y a la cultura de las dos naciones. Quería aprender el español y desde los cuatro años decía, que iba a vivir en España. Acabé una de las mejores escuelas bilingües de español  en pleno centro de Moscú. El colegio estaba rodeado de los lugares memorables de historia de literatura y de arte rusa. En frente teníamos la catedral donde se casó Alexander Pushkin - el poeta del siglo XIX. Y la casa de Gorky - el escritor de principios del siglo XX.
El barrio, donde se situaba mi escuela era el barrio de las Embajadas. Había representaciones de unos 15 países, entre ellas la Embajada de España.
Al lado del colegio yo cogía el trolebús que me aproximaba a la estación del metro. Allí entrabas el los lugares que guardaban los recuerdos de los acontecimientos de la Revolución Roja de los Bolcheviques. Cada nombre de la calle representaba aquellos momentos y cada rincón tenía algo que contar.
En dirección contraria, por la calle que llevaba el nombre de A. Gertsen - escritor, revolucionario y filosofo (1812-1870) el trolebús en 10 minutos te llevaba hasta la Plaza Roja. Por el camino había una tienda de libros usados y partituras, es donde en los años 20 del siglo pasado trabajó el poeta Sergey Esenin. Al otro lado de la calle estaba el Conservatorio de Chaykovsky, allí los viernes y los sábado escuchábamos los conciertos de música clásica.
Todo esto me despertó un hobby - investigar porque las calles se llaman así y que historia guarda cada rincón de la ciudad.
Pero a los 18 años sentí que ser una española en Moscú significaba tener la vida difícil. Por lo menos en aquel entonces. Hoy las cosas han cambiado. Habían carreras que yo no podía hacer. Intenté entrar en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal y no me dejaron. Cursando ya el 2º curso de la facultad de Historia de la Universidad Padagogica, de pronto empezaron a investigar.¿como es que una española, o sea extranjera, estudia en la facultad ideológica? Tuve que luchar y defender mi derecho a los estudios. Al final saqué el titulo de Profesora de Historia y Sociología. Pero cada año tenía que presentarme en el departamento de extranjería de la Universidad para un control rutinario.
Luego disfruté trabajando en el colegio bilingüe ingles enseñando Historia a mis alumnos. Siempre quise ser profesora y trabajar con los niños. Pero por unos problemas de la voz no pude seguir. Después de 4 años tuve que cambiar de profesión, sino me quedaba sin voz. Ha sido una decisión muy dura.
Y tuve una suerte de empezar a trabajar en La Cruz Roja y Media Luna de Rusia, en el departamento de Búsqueda de los familiares, perdidos en la Segunda Guerra Mundial. Era un trabajo emocionante. Investigación de los archivos, búsqueda de contactos a través de las cedes de la Cruz Roja internacional y de los países habla hispano. Escuché numerosos relatos de la gente que había sufrido los horrores de los campos de concentración nazis.
Recuerdo un encuentro con un señor de 92 años, que vino un día a la oficina. Necesitaba el certificado que había estado en el campo de la muerte Mauthausen. Nos contó que pudo sobrevivir en este campo, fue liberado. Pero al volver a Rusia, el régimen stalinista  le consideró "enemigo del pueblo" y fue enviado a los campos de Siberia. Decía: "Esto era más duro que Mauthausen, era más insoportable sufrir a manos de los tuyos". Pero se percibía una fuerza en él, mostraba el amor a la vida que era impresionante. Sus palabras se me quedaron grabadas:"hay que saber disfrutar los momentos, aguantar el aliento cuando es necesario y vivir con alegría". El encuentro con este hombre me cambió la vida.
En otra ocasión recibimos la solicitud de un italiano que buscaba a su madre. En la base de datos encontramos la ficha de una mujer que buscaba a su hijo. Lo tuvo en el campo de concentración. El padre de su hijo era un prisionero italiano. Los dos soñaban ir a Italia, si los liberaran.  Un día empezaron a separar las madres de los hijos. Nadie sabía ni porque, ni que iba a pasar. Los colocaron en distintos barracones. Dos días después el ejercito ruso liberó el campo. Las madres empezaron a buscar a los hijos, todos corrían, gritaban y en este alboroto ella no pudo encontrar al hijo. Volvió a Rusia. Al principio le daba miedo iniciar la búsqueda. Pero desde los años 50-a ella lo estaba buscando desesperadamente. Contactamos con los dos y comprobamos datos. Invitamos al italiano venir a Moscú, ya que la mujer no podía viajar. Y organizamos el encuentro. Era emocionante. En aquel barullo de gente, al niño le encontró su padre y  lo llevó a Italia. El padre se acordaba mucho de la madre y le contaba al crío como era. Pero no creía que la podía encontrar. Así que el niño, ya mayor, empezó la búsqueda. Y 49 años después por fin se reencontraron.

Diciembre de 1991 me lance a la aventura de emprender mi vida en España.  Al retrasar la salida del avión 3 horas en Moscú, aterrizo en el aeropuerto de Barajas el 28.12.1991 a las 3 de la madrugada.¡Viva la inocentada!